sábado, 12 de septiembre de 2015

SECUENCIA NUMÉRICA.

Se ha encontrado que los niños manejan la secuencia de numerales desde muy temprano (por ejemplo, Gelman y Gallistel (1978), Fuson et al, (1982)), pero es posible que sólo sepan que la secuencia de conteo5 se compone de números, y que éstos han de repetirse siempre en el mismo orden (por ejemplo, Baroody (1986), Fuson (1988)), sin que por ello se infiera una cierta comprensión conceptual como, por ejemplo, que el orden de emisión de los términos de la secuencia se mantiene constante a lo largo de sucesivas aplicaciones de la misma, o que cada elemento de la lista es único, es decir, aparece una y sólo una vez a lo largo de la emisión de la secuencia (Fuson, 1988).

 De aquí llegamos a deducir que existe, en primer lugar, un conocimiento memorístico en el recitado de la secuencia, y en segundo lugar se alude a una comprensión conceptual de la misma; dicha comprensión implica dos aspectos básicos: por un lado está el orden en el que aparecen los términos en el recitado, el cual es una propiedad invariante, lo que hace que los numerales estén entrelazados por una relación de "siguiente"; y por otro lado está la propiedad antisimétrica que nos garantiza que los elementos de la secuencia numérica no se repiten en el recitado, de forma esquemática viene expresado en la siguiente tabla:


Fuson, Richards y Briars (1982) realizan un estudio longitudinal transversal, que comprende desde los dos años hasta los ocho, para analizar la adquisición y elaboración de la secuencia de numerales. Aunque estas dos fases son diferentes, en algún momento llegan a solaparse, ya que se precisa un largo período para adquirir y consolidar la secuencia estándar de numerales. Por ejemplo, puede comenzar el proceso de establecimiento de relaciones entre los primeros términos de la secuencia, mientras que se está alargando el tamaño de la misma; en otras palabras, el primer fragmento de la secuencia puede estar en fase de elaboración, mientras que el extremo final de la misma está en plena fase de adquisición.
 Durante la fase de adquisición, se realiza el aprendizaje de la secuencia convencional y el niño comienza a aplicarla en situaciones de conteo. En esta fase la secuencia funciona como una estructura global unidireccional que consta de los siguientes fragmentos: una parte inicial estable y convencional; a continuación un fragmento estable no convencional; y la parte final, compuesta por fragmentos que no son convencionales ni estables.
 Para Fuson et al, dentro de las porciones no estables de la secuencia existen series crecientes ordenadas ya que la mayoría de los fragmentos estables no convencionales difieren de la secuencia convencional tan sólo en la omisión de alguno de sus elementos.
En la fase de adquisición se dan tanto errores de omisión como de repetición. En los primeros se respetan algunos esquemas lógicos de ordinación, por ejemplo se mantiene el orden creciente de los números en el recitado de la secuencia; mientras que en algunos errores de repetición, los que Baroody (1986) llama "errores de reciclaje" (por ejemplo, "1, 2,… 9, 1, 2,…") se manifiestan algunos esquemas lógicos de la secuencia convencional como puede ser la aparición del esquema cíclico de la seriación.
En la fase de elaboración, los vínculos entre los elementos de la secuencia se fortalecen y los términos contiguos (junto a la relación que los entrelaza) pueden emitirse al margen de la secuencia global. De este modo, cada término de la secuencia puede emplearse como elemento de apoyo para recordar el término inmediatamente anterior o posterior. La fase de elaboración, según Fuson y otros (1982), se subdivide en cinco niveles.


En otro orden de cosas y siguiendo con la secuencia numérica como componente del conteo, nos vamos a centrar en un aspecto importante del que hasta ahora no hemos hecho mención y es lo relativo al carácter convencional o social de los términos.
La cuestión que queremos abordar en este momento es ver si cualquier "lista" vale para contar o si, por el contrario, la "secuencia numérica" goza de un estatus especial que la hace insustituible.
 Respecto a la cuestión planteada nos encontramos con diferentes posturas: así para Gelman y Gallistel (1978) con el principio de orden estable, para Wagner y Walters (1982) quienes distinguen una forma "fuerte" y otra "débil" del mismo principio, así como para Saxe(1981), cualquier lista vale, mientras que autores como Song y Ginsburg (1988) o Fuson (1988 a) defienden que la secuencia de numerales es insustituible. Ante esta discusión, nosotros nos centraremos en el uso de la secuencia numérica frente a cualquier otra lista, y ésto por varias razones:

• Es un aprendizaje temprano en el niño, si se quiere por razones socioculturales.
• La serie numérica tiene características estructurales propias-intrínsecas que no tiene cualquier otra serie a no ser que se le aplique un isomorfismo estructural a una secuencia de diez dígitos pero que ya nos alejaríamos del conocimiento incipiente, en el niño, del recitado de la secuencia.

Saxe, Becker, Sadeghpour y Sicilian (1989) realizan un interesante trabajo para determinar las diferencias evolutivas en la comprensión mostrada por los niños acerca de la naturaleza arbitraria de los numerales en tanto que son símbolos culturales. Analizan directamente la comprensión mostrada por los niños respecto a la posibilidad de sustituir la lista de numerales estándar por una lista de símbolos diferenciables (el alfabeto, por ejemplo).
 Los resultados de Saxe et al. revelan que la mayoría de los niños de seis años son capaces de apreciar la necesidad de la correspondencia uno a uno y la arbitrariedad de los símbolos numéricos, de modo que los niños advierten progresivamente que en tanto se preserve el principio de correspondencia uno a uno cualquier lista de símbolos puede servir para realizar el conteo.
Fuson (1988 a) justifica que la secuencia de numerales es insustituible según cuatro puntos de apoyatura:

 1. La información aportada por algunos estudios en los que se muestra que los niños conciben la lista convencional de numerales como un instrumento que ninguna otra lista puede sustituir.
2. El hecho de que los niños juzguen como erróneos los conteos en los que una marioneta no aplica debidamente la secuencia de conteo.
 3. El segmento estable convencional que encabeza todas las secuencias emitidas por los niños (incluso a partir de los dos años y medio), ya que reflejan los intentos realizados por los mismos para aprender "la lista especial" de conteo
4. La anterioridad de las secuencias estables sobre la comprensión de la cardinalidad.
No podemos dejar de considerar las aportaciones de Song y Ginsburg (1988) con sus estudios sobre la naturaleza de los elementos de la secuencia de conteo. En estos estudios transculturales se observa que en casi todos los lenguajes los numerales hasta 100 se producen a través de un sistema basado en reglas para combinar unidades y decenas.

Para lograr el dominio de la secuencia el niño recorre cinco niveles: Nivel Cuerda. La sucesión empieza en uno y los términos no están diferenciados.
Nivel Cadena Irrompible. La sucesión comienza en uno y los términos están diferenciados.
Nivel Cadena Rompible. La sucesión puede comenzar en un término cualquiera.
Nivel Cadena Numerable. Contar n términos desde a hasta b.
Nivel Cadena Bidimensional. Desde un término cualquiera, a, se puede recorrer la sucesión en ambas direcciones.
Una vez alcanzado este nivel (en un tramo de la secuencia) es posible obtener relaciones entre estos números tales como: “después del número a viene el b”; “delante del número c está el d”; “antes de”, “después de”. El dominio de la secuencia permitirá utilizar el número en los demás contextos.
Principio de orden estable. Para contar, los términos de la secuencia se han de recitar, siempre, en el orden establecido. Principio de correspondencia. Al contar los elementos de un conjunto, ya hemos dicho, se va recitando la secuencia y a la vez, se van señalando los elementos del conjunto.
Principio de biunivocidad. En el proceso anterior, no basta solo con establecer una correspondencia entre palabra numérica y objeto, sino que dicha correspondencia ha de ser biunívoca. Esto supone que; a cada elemento del conjunto se le asignará una palabra numérica y recíprocamente; cada palabra estará asociada con un elemento.
 Principio de cardinalidad. El último término obtenido, al contar todos los objetos de la colección, indica el número de objetos que tiene dicha colección.
Principio de irrelevancia del orden. El cardinal de un conjunto, o sea, el número de elementos obtenidos al contar, no depende del orden en que estén dispuestos los elementos para contarlos.
Principio de abstracción. Cualquier conjunto o colección de objetos es contable. Puede suceder que los elementos que forman el conjunto sean todos homogéneos (lápices), o que no lo sean (lápices y bolígrafos), en este último caso puede haber problemas, pues el resultado de contar habrá que expresarlo en una categoría superior que comprenda a las dos anteriores como subconjuntos (útiles para escribir).

 BIBLIOGRAFIA.


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